Siguiendo las pistas del crimen, el mayor Portillo empieza a sospechar de Romano, con quien establece una peculiar relación de amor-odio.
En medio de este clima de opresión, sintiéndose perseguido por la policía, con el Sr. Portillo al frente, Ramón Romano encuentra una válvula de escape al conocer a Sonia, una joven inmersa en un clima de degradación moral y social pero que, empero, conserva intacta una gran pureza a nivel emocional.
Este aspecto de la personalidad de Sonia, al margen de su belleza natural, es lo que atrae a Ramón Romano hasta el punto de erigirse en su protector y su refugio emocional.
0 comentarios:
Publicar un comentario